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El tecnopopulismo de Rafael Correa1 

¿Es compatible el carisma con la tecnocracia?

 

Carlos de la Torre 

Director del programa de estudios internacionales

de la Universidad de Kentucky, autor de varios libros sobre populismo.

 

 

 

 

 

 

A diferencia de la interpretación historicista de Weber (1977: 867) que relega el carisma a sociedades donde no se ha racionalizado el mundo mágico religioso, este artículo sigue su argumento de que los tres tipos de dominación (tradicional, carismática y racional-burocrática) “no quedan simplemente insertados de un modo sucesivo dentro de una línea evolutiva, sino que pueden surgir simultáneamente en múltiples combinaciones”. Se analizan las tensiones y sinergias entre carisma populista y racionalidad tecnocrática en el liderazgo, discurso y estilo de gobierno de Rafael Correa. Se argumenta que, a diferencia de lo que se ha sostenido en gran parte de la bibliografía, el carisma y la tecnocracia no son necesariamente sistemas de dominación opuestos. Para analizar las afinidades electivas entre populismo y tecnocracia se considera al populismo como un discurso polarizador y maniqueo utilizado para llegar al poder y gobernar y a la tecnocracia como un discurso de expertos que apelan a la ciencia para transformar la sociedad en beneficio del bien común. 

En sus discursos y enlaces semanales por radio y televisión Correa compagina tecnocracia y carisma pues explica racionalmente sus políticas y acciones a la vez que se presenta como el redentor de la nación. Las tensiones entre tecnocracia y carisma se evidenciaron en la rebelión policial del 30 de septiembre de 2010 en contra de la ley orgánica de servicio público cuando el presidente dejó de lado las consideraciones racionales y estratégicas y confió que su carisma solucionaría la crisis. Los expertos del Gobierno, que dicen representar el interés nacional que está más allá de las demandas particularistas de diferentes grupos organizados de la sociedad civil, redactaron una nueva ley de servicio civil que a la vez que subía los sueldos de los policías eliminaba sus promociones, medallas y bonos navideños. La tropa protestó en contra de lo que interpretaron como un ataque a sus conquistas laborales bloqueando calles en varias ciudades. Desconociendo los canales institucionales el presidente Correa confió que su carisma apaciguaría a los policías insurrectos. Fue al cuartel para explicar los beneficios de la ley pero cuando fue abucheado dio un discurso violento, fue golpeado y según su versión secuestrado en el hospital de la policía hasta que fue rescatado por un operativo militar. El saldo fueron “ocho muertos y 275 heridos, incluidos el Presidente de la República y su Canciller” (Quintero y Silva, 2010: 88). 

Basándose en las teorías discursivas del populismo se analizaron ocho discursos de Correa pronunciados en 2009 (de la Torre, 2010; Hawkins, 2010; Panizza, 2005, 2008; Zúquete, 2008). Este año fue importante pues el presidente cumplía dos años en el poder, la asamblea constituyente había redactado una nueva constitución que fue aprobada mayoritariamente y se dieron elecciones generales en abril en las que Correa alcanzó la presidencia en una sola vuelta con el 53 por ciento de los votos. Pese a que se enfoca más en las palabras, gestos y rituales del líder se analiza cómo los discursos fueron recibidos. Para analizar la recepción de sus discursos se estudian las grabaciones televisivas de ocho enlaces ciudadanos de agosto y septiembre de 2009 en varias ciudades del país. Además, se analizó etnográficamente el enlace del 30 de abril de 2011 en la pequeña ciudad de Chambo en la Sierra Central. Con el objetivo de explicar la ideología de la tecnocracia posneoliberal del gobierno de Correa se estudian los documentos producidos por la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades, 2009a, 2009b; Ramírez, 2010). 

El artículo tiene cuatro secciones. La primera explica las categorías populismo y tecnocracia. La segunda analiza cómo el discurso del presidente Correa combina apelativos populistas con argumentaciones tecnocráticas. La tercera sección estudia los enlaces ciudadanos como rituales donde carisma y tecnocracia se complementan para construir a Correa en el profesor y redentor de la nación. La cuarta sección analiza la visión posneoliberal, hipermodernista y redentora de los expertos del gobierno de Correa y cómo esta élite está localizada en las áreas estratégicas de la administración pública. A continuación se investigan las relaciones conflictivas de este Gobierno liderado por tecnócratas (que dicen representar el interés general) con los movimientos sociales (calificados por estos expertos como particularistas y corporativistas). Se estudia cómo durante la revuelta policial del 30 de septiembre en un momento de crisis el carisma remplazó a criterios racionales-estratégicos. Las conclusiones exploran comparativamente las sinergias y tensiones entre carisma y tecnocracia en el gobierno de Correa con otras experiencias neopopulistas. Se concluye que pese a que estas dos formas de dominación pueden compaginarse en el discurso y en los rituales del poder, el carisma es inestable y subvierte los intentos de gobernar a través del conocimiento de los expertos. 

 

 

El tecnopopulismo 

 

El término tecnopopulismo utilizado en este trabajo para caracterizar al gobierno de Rafael Correa es a primera vista incongruente pues el carisma y la tecnocracia, basada en la dominación racional legal, han sido conceptualizados como formas contrarias de dominación. Si bien la tecnocracia implica el uso racional-instrumental de la ciencia y tecnología con el afán de regular y dominar la naturaleza y la sociedad, Weber (1977: 195) caracterizó al carisma que apela a los sentimientos y a las pasiones como irracional. 

El populismo ha sido analizado como un caso paradigmático de dominación carismática y ha sido descalificado como irracional. Utilizando oposiciones binarias que oponen la razón y la ciencia a las emociones irracionales se ha contrapuesto la política racional-ideológica de los partidos políticos a la irracionalidad de las masas (Germani, 1971). Así mismo se han contrapuesto las políticas prudentes del neoliberalismo a la irracionalidad cortoplacista del populismo económico (Dornbusch y Edwards, 1991). Inspirándose en el análisis de Weber (1946: 116) del demagogo como el político que no toma en serio su responsabilidad sobre el resultado de sus acciones, se ha visto a los líderes populistas como charlatanes irresponsables. Se ha caracterizado al populismo como una democracia del caudillaje basada en “el carácter emotivo y espontáneo de la entrega y confianza en el líder” (Weber, 1977: 216). 

Pero si se siguen las sugerencias de Weber (1946: 79; 1977: 867) de estudiar cómo se combinan los diferentes tipos ideales de dominación en experiencias históricas concretas las relaciones entre carisma y tecnocracia no son necesariamente antagónicas. El Social Credit Party de Canadá, por ejemplo, buscó soluciones tecnocráticas y populistas en contra de los partidos políticos tradicionales (Mudde, 2004: 547). Los estudios sobre el populismo clásico demostraron que líderes populistas que no construyeron partidos como José María Velasco Ibarra llegaron al poder no solo con su carisma sino por el uso racional-utilitario de redes clientelares (Menéndez-Carrión, 1986). Las afinidades entre carisma y tecnocracia se hicieron más evidentes durante los gobiernos neopopulistas en que se dieron alianzas estratégicas entre políticos populistas con tecnócratas neoliberales que estuvieron a cargo del manejo de la economía (Roberts, 1995; Weyland, 2001, 2003). 

Debido a que las categorías de populismo y tecnocracia han sido las más laxamente utilizadas en las ciencias sociales (Centeno, 1993: 331), es necesario explicar cómo se las emplea en este trabajo. Siguiendo las conceptualizaciones políticas (Weyland, 2001, 2003) y discursivas (de la Torre, 2010; Hawkins, 2010; Laclau, 2005; Mudde, 2004; Panizza, 2005) del populismo se lo entiende como una estrategia para llegar al poder y gobernar basada en un discurso maniqueo que polariza la sociedad en dos campos antagónicos: el pueblo contra la oligarquía. Un líder carismático es socialmente construido como el símbolo de la redención mientras que sus enemigos encarnan todos los males de la nación. El líder es erigido como una persona que ha surgido desde abajo hasta convertirse en una figura extraordinaria que tiene una misión redentora y constantemente prueba su carisma derrotando a enemigos omnipresentes (Zanatta, 2008; Zúquete, 2008). 

El populismo se basa en la movilización desde arriba (Roberts, 2008). A la vez que abre espacios para la participación popular y para que la gente común presente sus demandas, los intentos de movilización desde el poder pueden chocar con las organizaciones autónomas de la sociedad civil y terminan cooptando y desradicalizando a los movimientos sociales (Oxhorn, 1998: 225). Si bien el populismo incorpora a sectores previamente excluidos de la política respeta selectivamente las normas y los procedimientos de la democracia liberal. Rechaza las mediaciones de la democracia representativa y busca canales de comunicación directa del líder con su pueblo. El populismo politiza y desnaturaliza las desigualdades sociales (Roberts, 2003). Emerge en contextos en los cuales la gente común siente que los políticos les han arrebatado el poder y cuando ven que las instituciones políticas no les representan. 

El populismo, sin embargo, no tiene los mismos efectos en sistemas políticos institucionalizados que en aquellos donde las instituciones representativas son frágiles. En los primeros pueden ser un síntoma de que los lazos entre electores y representantes no están funcionando bien y que deben corregirse (Mény y Surel, 2002: 15). En sistemas políticos frágiles el populismo puede tener efectos adversos a la democracia. Si bien ha contribuido a terminar con sistemas donde las instituciones políticas decayeron, la búsqueda de mecanismos de ligazón directa entre el líder y sus seguidores y el asumir que el pueblo tiene una voluntad política única encarnada en el líder pueden ser peligrosos para el pluralismo y las libertades que deberían existir en una sociedad compleja (Panizza, 2008; Peruzzotti, 2008; Urbinati, 1998). 

La tecnocracia se asienta en una mentalidad y estructura cognitiva basada en paradigmas científicos (Centeno y Silva, 1998: 4; Centeno, 1993: 312). Los expertos se legitiman apelando al discurso científico y considerando que representan los intereses de toda la población y no de individuos o intereses particulares. Si bien los expertos no tienen una ideología definida y han prestado sus servicios a sistemas neoliberales y estatistas, autoritarios y democráticos basan su autoridad en la “adherencia a los dictados de un ‘libro’. Sin que importe que este documento contenga la teoría de la historia, o las funciones econométricas que describen el equilibrio” (Centeno, 1993: 313). 

Los expertos se adhieren a ideologías hipermodernistas concebidas como visiones de “cómo los beneficios del progreso científico y técnico se pueden aplicar -por lo general desde el Estado- a todos los campos de la actividad humana” (Scott, 1998: 90). El hipermodernismo es la ideología modernizadora de la “intelligentsia” (refiriendo a los intelectuales en el aparato del Estado) burocrática, de los técnicos, planificadores e ingenieros que se ven a sí mismos con la misión histórica de transformar la sociedad y de construir el estado-nación (Scott, 1998: 96). Como lo anotó Weber (1977: 852), la racionalización burocrática “ha sido con frecuencia un poder revolucionario de primera fila contra la tradición”. Los tecnócratas tienen misiones de proporciones gigantescas: la construcción del estado-nación, el desarrollo, o llevar a su país “al socialismo del sumak kawsay o biosocialismo republicano” (Ramírez, 2010). Sergio de Castro, el gurú de los Chicago Boys chilenos, manifestó que su objetivo no fue revertir tres años de políticas socialistas sino “medio siglo de errores” (Constable y Valenzuela, 1991: 186). Domingo Felipe Cavallo “se vio a sí mismo como un mesías destinado a resolver de una vez por todas las calamidades económicas” argentinas (Corrales, 1997: 50). Es por esto que muchos tecnócratas se embarcan en proyectos de redención moral de sus naciones y en la construcción de un nuevo mundo que empiece desde cero borrando todas las huellas del pasado (Scott, 1998: 94). 

Para que se pueda caracterizar a un régimen como tecnocrático, los expertos deben ocupar los lugares más importantes de la administración estatal a los que llegan a través de sus méritos y de sus conocimientos. Los tecnócratas, también, deben estar a cargo de las políticas públicas más importantes del régimen (Centeno, 1993: 314). Si es que los visionarios hipermodernistas son parte de estados autoritarios y su poder no está limitado por instituciones liberales sólidas y por una sociedad civil robusta, sus acciones pueden devenir en catástrofes (Scott, 1998). 

 

 

“Por la Patria tierra sagrada” 

 

En la campaña electoral de 2006 que lo llevó al poder, Rafael Correa recogió sentimientos antipartidistas y antineoliberales. No organizó un partido político sino el movimiento Patria Altiva i Soberana (PAIS) que agrupó a intelectuales, académicos y militantes de izquierda con caciques políticos que mueven el voto y no tienen ideología2. Correa ostentó su calidad de outsider que venía a limpiar el congreso de la corrupción. No presentó candidatos al congreso, y en la primera vuelta en octubre de 2006 alcanzó el segundo lugar con 26.8 por ciento de los votos y en noviembre del mismo año derrotó al multimillonario Álvaro Noboa ganando el 56.7 por ciento de los votos (de la Torre y Conaghan, 2009). 

Prometió una “revolución ciudadana” cuyos ejes fundamentales fueron terminar con la “larga noche neoliberal” y llamar a una asamblea constituyente que redacte un nuevo pacto social. El Programa de Gobierno de Alianza País prometió una “democracia activa, radical y deliberativa”. La Asamblea Constituyente no fue vista solamente como un mecanismo para hacer reformas políticas. Propusieron crear “un proyecto de vida común, un acuerdo social amplio” (Alianza País, 2006a: 19). 

Una vez en el poder el presidente no se embarcó en un proyecto de simples reformas sino en la refundación de la patria. Rafael Correa (2009f) que se define como “un cristiano de izquierda en un mundo secular” está liderando la segunda independencia. Correa (2009d) dice que la patria está viviendo “el segundo nacimiento libertario”. Ya que el pueblo ha despertado de la larga noche neoliberal “los próceres recuperan el don de la palabra, recobran el mando, la calidad fecunda de capitanes libertarios” (2009e: 5). Es así que Correa se ve a sí mismo como el prócer de la segunda independencia. Sus luchas por la patria y los pobres han sido sobrehumanas y demuestran su superioridad: “hemos derrotado a los representantes de los sectores más retardatarios de la oligarquía, de la banca corrupta, de la prensa comprometida con el pasado” (2009d: 10). Es por esto que “nos enfrentamos a una reacción virulenta que utiliza todos los mecanismos a su alcance” (2009c: 11). “Pocos gobiernos en la historia se han enfrentado a una oposición tan recia y visceral como la que hemos tenido que enfrentar nosotros [...] Vendrán días muy duros” (2009b: 9). 

La gesta revolucionaria de la patria es parte del proceso continental por la liberación. Con frecuencia cita al Che Guevara y termina todos sus discursos con la consigna guevarista: “¡Hasta la victoria siempre!”. Ante una audiencia de policías Correa (2009c: 5) manifestó, “¡Aquí nadie da un paso atrás! ¡Esta revolución ni se vende ni se rinde!”. De esta manera legitima sus actos con nociones marxistas sobre la necesidad de un cambio profundo y radical. La política no se basa en reformas graduales, ni en consensos, sino en una revolución entendida como “cambio radical, profundo y rápido de las estructuras políticas, sociales y económicas” (Correa, 2009f: 10). Ya que la revolución es por la segunda y definitiva independencia de la patria “es irreversible, y nada ni nadie la podrá detener” (2009e: 6). 

Quienes se oponen a esta gesta heroica no pueden ser sino los enemigos de la patria y de la historia. Luego de derrotar electoralmente a la partidocracia y de luchar permanentemente contra el poder fáctico de la prensa mediocre y corrupta ha tenido también que sufrir la arremetida de la izquierda infantil y de los movimientos indígena y ecologista. “Siempre dijimos que el mayor peligro para nuestro proyecto político, una vez derrotada sucesivamente en las urnas la derecha política, era el izquierdismo, ecologismo e indianismo infantil. ¡Qué lástima que no nos equivocamos en aquello!” (Correa, 2009b: 4). 

Al explicar el significado de su triunfo electoral en abril de 2009 en que ganó con el 55 por ciento de los votos en la primera vuelta, Correa (2009e: 3) manifestó “el Ecuador votó por sí mismo”. Al igual que otros líderes populistas, Correa “no se percibe a sí mismo como un político ordinario, sino como la encarnación del mismo pueblo” (Peruzzotti, 2008: 110). Él personifica a la patria y al igual que los próceres dice “aquí estamos dispuestos a jugarnos la vida por el cambio” (Correa, 2009e: 50). Cita el Evangelio y asevera, “tengan la seguridad que mi tesoro no es el poder, sino el servicio, servir a mi pueblo, sobre todo a los más pobres, servir a mi Patria” (Correa, 2009: 19f). En su afán desinteresado el líder ha hecho sacrificios personales que afectan hasta su vida familiar. Al asumir por segunda vez la presidencia pidió disculpas a su mujer y a sus hijos por no estar suficiente tiempo junto a ellos, “sé que estos años han sido injustamente duros para ustedes y no tengo derecho a hacer esto” (Correa, 2009e: 49). 

El líder no tiene ambiciones personales. Dice, todo lo hacemos “sin ningún interés para nosotros, con las manos limpias, corazones ardientes, mentes lúcidas, por la patria; y lo hacemos de forma técnica, en función de la equidad, en función de la justicia” (Correa, 2009c: 18-19). Correa ha agrupado a un selecto grupo de colaboradores técnicos. A través de la planificación, de la ciencia y de la tecnología estas “mentes lúcidas” conocen la ruta hacia una sociedad con mayor equidad. Es así que la política populista deviene en elitismo (Urbinati, 1998: 113). Una élite de expertos, muchos de ellos científicos sociales, conoce el camino irrefutable para solucionar “la fundamental cuestión moral en América Latina [que] es la cuestión social” (Correa, 2009f: 2). 

La tecnocracia remplaza la discusión democrática por la administración de los expertos y transforma el debate entre propuestas en la imposición de modelos legitimados con la idea de que son científicos y por lo tanto verdaderos. En un contexto en el cual Correa combina argumentos tecnocráticos con una visión populista maniquea de la política entendida como una guerra entre la esclavitud de la larga noche neoliberal y la redención del Socialismo del siglo XXI se reducen los espacios para el debate democrático. En esta nueva gesta libertaria el prócer pone su conocimiento científico, que es el único verdadero, al servicio de la emancipación. Si bien se busca la democracia entendida como equidad, las decisiones de cómo alcanzarla están en manos de expertos. El rol del pueblo es aclamar las decisiones de la élite en el poder en diferentes plebiscitos en los que se juega su salvación. La política se transforma simultáneamente en una lucha moral-religiosa y técnico-científica. En el apocalipsis el Mesías será quien guíe al pueblo elegido al milenio que terminará con las injusticias del capitalismo salvaje y de sus siervos de la partidocracia y de la prensa corrupta. 

 

 

El profesor y el mesías 

 

Al igual que otros líderes carismáticos, Correa se sintió llamado por una misión (Weber, 1977: 853). En un video propagandístico producido para las elecciones de 2006 su madre cuenta que le prometió ser “presidente de la república” (Alianza País, 2006b). Su esposa Anne Malherbe también manifestó que cuando eran novios en Bélgica Rafael le dijo que llegaría a ser presidente. La misión de Correa de acuerdo a sus biografías oficiales ha sido la de ser líder: de los Boy Scouts, de los estudiantes y ahora su misión es la redención de todos los ecuatorianos. Luego de estar dos años en el poder Correa concluyó su libro escrito para un público académico con estas palabras acerca de su misión como líder. “Ante la ausencia de sociedades motivadas y cohesionadas, instituciones formales sólidas y la necesidad de crear valores y actitudes que aceleren el progreso, el rol de los adecuados líderes es fundamental […] Lamentablemente, dentro de todas las crisis que sufrió América Latina durante la larga noche neoliberal, probablemente la mayor de ellas fue la crisis de líderes” (Correa, 2009a: 195). 

Correa ha consolidado su liderazgo carismático desde el poder utilizando dos estrategias diseñadas por expertos en comunicación: la campaña permanente y los enlaces que se transmiten todos los sábados del año. El presidente constantemente prueba su carisma ganando elecciones en las que se juega la futura redención: “pueden decidir continuar con el cambio o volver al pasado” (Correa, 2009c: 18). Después de asumir el poder en enero de 2007 Correa ganó las elecciones por el sí en el referendo para llamar a una asamblea constituyente en abril de 2007. Luego sus candidatos obtuvieron la mayoría absoluta en la asamblea en septiembre de 2007. Se aprobó la nueva constitución en septiembre de 2008 y en abril de 2009 fue electo presidente por segunda vez y en una sola vuelta electoral. En mayo de 2011 los ecuatorianos votaron en una consulta para modificar la constitución recientemente aprobada. El Ejecutivo reorganizará la Función Judicial afectando a la independencia de los poderes del Estado y se modificaron las garantías ciudadanas contempladas en la constitución de 2008 que señalaba límites de tiempo para la prisión preventiva sin juicio a los acusados de cometer crímenes. En febrero del 2013 Correa buscó su reelección por cuatro años más. 

En la lógica de la campaña permanente los procesos de gobernar y de hacer campaña pierden sus diferencias y se fusionan (Conaghan y de la Torre, 2008). Correa explica que él es el motivador que debe subir la autoestima del pueblo ecuatoriano y que por eso siempre está en campaña. Los medios de comunicación son centrales en estas estrategias que buscan ligar directamente y sin mediaciones al presidente con los ciudadanos. El Gobierno es el anunciante más grande en televisión (Montúfar, en prensa). Todas las semanas se da al menos una cadena de televisión en la que se informan de las actividades del Gobierno. La mayor parte del programa se centra en Correa que visita el país, inaugura y supervisa obras. Las cadenas recurren al patriotismo con el eslogan “¡la patria ya es de todos!” que aparece junto a la canción “Patria”. Así se da continuidad a los lemas de la campaña que apelaron al nacionalismo y que pintaron a Correa como la encarnación del nacionalismo: “pasión por la patria” y “la patria vuelve”. 

La innovación mediática más importante del Gobierno son los enlaces ciudadanos que se transmiten en radio y televisión pública que también incluye a los medios expropiados a empresarios nacionales por su no pago de deudas al Estado3. Los enlaces permiten que el presidente se convierta en una figura carismática que simbólicamente es el centro de la nación que irradia su poder hacia todos sus rincones (Geertz, 1985). El poder se materializa en el verbo del presidente que insulta y cuestiona la mediocridad de sus rivales. Exige más trabajo y mejores resultados a sus colaboradores. Halaga a su pueblo al que sirve trabajando sin descansar y al que explica didácticamente como el profesor de la nación todas sus acciones y omisiones de la semana. Además, y en términos más pragmáticos, en los enlaces Correa marca la agenda noticiosa del domingo, día bajo en noticias políticas. 

El show televisivo y radial permite crear redes de apoyo pues el día anterior el presidente y su gabinete han dialogado con las autoridades locales de provincia y escuchado sus pedidos para obras y recursos. Los enlaces coinciden con los gabinetes itinerantes en que todos los ministros viajan con el presidente a una provincia para trabajar con las autoridades locales y tener contacto directo con los moradores que acuden a los actos culturales en honor al Gobierno. El 29 de abril de 2011 en la pequeña ciudad de Colta, por ejemplo, mujeres recibieron a Correa como a una estrella de rock más que como a un político. Luego de dar un discurso el presidente bailó con sus ministros y autoridades locales para el público mayoritariamente indígena que observaba el evento desde los graderíos. Estos actos culturales y los enlaces ayudan a renovar su lazo carismático pues se dan en lugares remotos a los que casi nunca llegó un presidente. Al visitar lugares apartados Correa refuerza su carisma pues, al igual que los lobos y los reyes, recorre su territorio buscando convertirse en el centro del orden social (Geertz, 1985). 

Durante los enlaces se repite el mismo ritual. El presidente se sienta en un podio alto desde donde el profesor de la patria da cátedra a todos los ecuatorianos. Utiliza presentaciones de PowerPoint para ilustrar con cifras y datos técnicos sus políticas de gobierno. Las cátedras magistrales del presidente son interrumpidas por el aplauso de los asistentes, o por las preguntas de Correa al auditorio que son contestadas con el sí o el no. De esta manera se escenifica claramente el poder: el presidente-catedrático de la nación está por encima de un público que lo aclama pero que no tiene la posibilidad de entablar un diálogo crítico con el primer mandatario. 

Como un buen católico Correa hace un acto de constricción en que recorre todo lo que le pasó a él y a la patria cada semana. Estas intervenciones demuestran que él es el Estado y la patria a los que sirve con verdadera fe y dedicación. Además no pierde la ocasión para comentar sobre las delicias de la cocina regional y realzar la belleza de su nación: “yo que he tenido oportunidad de viajar creo que es el país más lindo del mundo” (Correa, 2009i). En otra ocasión manifestó que “hasta las ballenas vienen al Ecuador para hacer el amor” (Correa, 2009g). El presidente también habla de su vida privada, de sus sueños y de sus logros. Por ejemplo, luego de dar charlas magistrales en Oxford y la London School of Economics en octubre de 2009 explicó emocionado la importancia de estas instituciones académicas. En otra ocasión narró un paseo familiar al volcán Pichincha donde vieron un zorro. 

Para demostrar que es igual al pueblo y que viene desde abajo Rafael Correa utiliza un lenguaje coloquial y los modismos de las clases populares guayaquileñas. Pero a su vez el líder es una figura excepcional y es superior a las personas comunes pues con becas estudió en las mejores universidades y consiguió un título de PhD en los Estados Unidos. Maneja cifras e indicadores técnicos para presentar las iniciativas del Gobierno. En un enlace, por ejemplo, explicó tres políticas de Gobierno con lujo de detalles técnicos: la producción de medicinas genéricas, la ley de deportes y el cobro de más impuestos y regalías a las petroleras extranjeras. Es así que el presidente de origen popular es a su vez un ser superior que maneja los códigos científicos y técnicos que pueden llevar al país a la modernidad y al desarrollo. 

Para amenizar un programa que dura más de dos horas el presidente canta canciones de protesta, imita burlonamente a sus adversarios, gesticula, ríe, se enfada y pide la participación del público con el que grita consignas. Por ejemplo, en el enlace del 30 de abril de 2011 en Chambo todo el auditorio coreó la consigna “mediocre” contra el asambleísta de oposición César Montúfar que reclamaba afuera del acto que el presidente debata con la oposición. Correa reclama en tono enérgico a sus subordinados cuando no han hecho bien su trabajo. Es así que las fallas son responsabilidades de otros y el líder refuerza su superioridad sobre la de los simples mortales que cometen errores. Invita a que le acompañen diferentes funcionarios para que expliquen leyes y políticas de Estado. Cuando se refiere a lo que llama las barbaridades de sus adversarios deja el tono de voz del catedrático, se enrojece, sube el tono de voz y los descalifica como “mediocres”. Durante un conflicto con el movimiento indígena se refirió al liderazgo de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) como “ponchos dorados”, “la peluconería indígena” mientras que las cámaras enfocaban a Carlos Viteri y Pedro de la Cruz, indígenas que colaboran en su Gobierno y que festejaban sus palabras. 

Los enlaces también sirven como espacios para dar cátedra sobre los derechos ciudadanos. En el Enlace 137 (Correa, 2009j) el presidente narró que un banco local le había cobrado tasas ilegales por servicios. Pidió a los ciudadanos: “aprendamos a reclamar” a las grandes empresas. Manifestó, “nosotros defendemos sueños no negocios”. Sus discursos antioligárquicos le asemejan con la gente común y dignifican a los de abajo que se sienten representados e identificados en un presidente de origen popular pero superior a todos. 

La sección estelar de su programa se titula “la libertad de expresión ya es de todos” en clara referencia a las consignas de su Gobierno que giran en torno al eslogan “la patria ya es de todos”. En esta sección cuestiona la veracidad de los medios que según él son instrumentos de sus dueños para hacer negocios. Manifestó que “la prensa burguesa es el nuevo opio de los pueblos” (Correa, 2009j). Pasa segmentos de la canción de Piero que dice “todos los días y todos los días los diarios publicaban porquerías” y un fragmento de la canción de Víctor Heredia que expresa, “mienten, mienten, que forma de mentir”. Así transforma la política en una disputa sobre la veracidad y credibilidad de su persona frente a la falta de credibilidad de los medios. 

Ya que los diarios son enemigos del presidente, de la patria y de la historia se merecen todo tipo de insultos. Por ejemplo, calificó al diario El Universo de Guayaquil, el de mayor circulación nacional, como “pasquín”, “esa porquería”, “corruptos”, “mediocres”, “farsantes” y “payasos” (Correa, 2009g). La beligerancia en contra de los medios llevó a la suspensión temporal del canal Tele Amazonas en diciembre de 2009 y a que las calles de Quito estén llenas de pintadas en contra del periodista estrella de su noticiero Jorge Ortiz, a quien el presidente descalifica como “enano”. Este periodista ha sido atacado e insultado por partidarios del presidente y perdió su empleo. El presidente siguió juicio a diecinueve periodistas y a un medio privado. Los dueños y el editor político de El Universo fueron condenados a tres años de cárcel y a pagar US$10 millones por causar daños morales al presidente que luego los perdonó. 

 

 

Tecnocracia posneoliberal 

 

La mayoría de los altos funcionarios del gobierno de Correa tienen posgrados. De los treinta y siete funcionarios que ocupan las posiciones más altas, de acuerdo al organigrama del Gobierno nacional y a sus páginas web, veintinueve han realizado estudios de posgrado, doce han hecho cursos de doctorado y ocho -incluido el presidente- terminaron su doctorado. Este gabinete dominado por personas con méritos académicos se da en un país en el que en el 2010 había 358 profesores universitarios con título de PhD. En Venezuela, de acuerdo a información recogida en las páginas web sobre el organigrama del Estado, de veintinueve autoridades, veinte tienen estudios de grado y solo siete de posgrado. 

Para caracterizar a un régimen como tecnocrático, las instituciones más importantes de la administración pública deben estar en manos de expertos (Centeno, 1993). La Secretaría Nacional de la Administración Pública encargada del seguimiento de la gestión está a cargo de Vinicio Alvarado, quien diseña la política comunicacional del régimen y tiene un doctorado de la Universidad de Loja. La Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo a cargo de la planificación estratégica y la evaluación de su impacto está a cargo de expertos posneoliberales jóvenes (Senplades, 2009a). 

A diferencia de los técnicos neoliberales que estaban relacionados con la empresa privada y con organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, los expertos posneoliberales vienen principalmente de la academia. Son interdisciplinarios y no basan su legitimidad en los modelos econométricos de los tecnócratas neoliberales. Los textos de la Senplades se legitiman incorporando ideas neokeynesianas, la ecología económica, modelos de democracia participativa y la crítica poscolonial a la epistemología occidental. La Senplades caracteriza el plan de desarrollo como posneoliberal. Define este término como “el relanzamiento de la acción pública en el marco de un intenso protagonismo del Estado [...] y un fuerte acento en la redistribución de la riqueza y reconstrucción de las bases institucionales y de las capacidades estatales para activar una vía heterodoxa de desarrollo” (Senplades, 2009a: 49). 

De manera similar a los “tecnopols” estudiados por Jorge Domínguez (1997: 7), los expertos posneoliberales combinan la técnica con la política. Según la Senplades (2009a: 61), la planificación debe superar “los aspectos puramente técnicos para que las prioridades de la política pública respondan a la agenda nacional”. Esta secretaría tiene a su cargo la planificación de políticas públicas, la reforma democrática del Estado, la inversión pública, la cooperación técnica y una serie de instituciones a cargo de la generación de información para el desarrollo nacional, incluida la asignación de becas y la formación de los funcionarios públicos (Senplades, 2009b: 64-66). 

La Senplades (2009a: 49) considera que el país está viviendo “un ciclo de cambios radicales”. El objetivo del plan de desarrollo no es nada menos que alcanzar el sumak kawsay, la vida plena, que consiste en “llegar a un grado de armonía total con la comunidad y con el cosmos” (Senplades, 2009a: 18). Este propósito basado, según la Senplades, en la filosofía de la cosmovisión y cosmología de los pueblos indígenas apunta a la construcción de visiones alternativas y no occidentales de desarrollo. 

Cuando los planes utópicos de largo alcance aterrizan en el mediano y largo plazo se propone llegar a una sociedad hipermoderna asentada en “industrias propias relativas a la bio y nanotecnología”. Se espera que para el año 2030 se construya una “sociedad del bioconocimiento y de servicios ecoturísticos comunitarios” (Senplades, 2009a: 56). La primera fase de esta estrategia es la sustitución selectiva de importaciones para generar industrias petroquímicas, bioenergía, biocombustibles, biomedicina, bioquímica, hardware, software y servicios ambientales, así como dar prioridad a actividades generadoras de valor agregado como la vivienda, alimentos, pesca artesanal, artesanías, turismo comunitario, textiles y calzados (Senplades, 2009a: 57). Los críticos poscoloniales, que se sienten identificados con la propuesta de construir el sumak kawsay, cuestionan este énfasis en las políticas de sustitución de importaciones como el abandono de visiones alternativas de desarrollo por planteamientos economicistas y tecnocráticos (Walsh, 2010: 20). 

Ya que el objetivo es la construcción de un nuevo orden y la refundación de la nación para alcanzar “la vida plena” la Senplades (2009b: 52) está reorganizando la sociedad y el Estado. Incluso las tres regiones naturales del país -costa, sierra y Amazonia- han sido reconstituidas en siete regiones elaboradas por los expertos con criterios geológicos, geográficos y culturales. Forjarán un Estado pluricultural que sea “radicalmente democrático y poscolonial” (Senplades, 2009a: 20). El director de la Senplades señaló que el objetivo es construir un nuevo pacto social “pospatriarcal, poseurocéntrico y posidentitario” (Ramírez, 2010: 33). 

Para construir esta utopía se busca aplicar políticas universales. El Estado es visto como un actor político que representa el interés general. Los intentos de forjar un Estado con “visión universal, racional y coherente” y la búsqueda de una “arquitectura institucional sin arbitrariedades funcionales, ni agencias estatales con origen y estatus excepcional o discrecional” (Senplades, 2009b: 41) han provocado conflictos con los sectores organizados de la sociedad como son los funcionarios públicos, maestros, estudiantes, indígenas y policías. 

 

 

Estatismo tecnocrático, movimientos sociales y la rebelión policial 

 

Si bien el gobierno de Correa recogió demandas de los movimientos sociales y de la izquierda -terminar con las políticas neoliberales, impulsar una política exterior independiente de los Estados Unidos que de fin con la concesión de la base militar de Manta y con los tratados de libre comercio y convocar una nueva asamblea nacional constituyente- el Gobierno ha entrado en confrontación con estos sectores. Los partidos de izquierda Pachakutik y Movimiento Popular Democrático, la CONAIE, sectores del ecologismo, sindicatos de profesores, los sindicatos públicos y algunos movimientos estudiantiles están en contra del Gobierno. 

Según el Gobierno estos conflictos se deben a que los movimientos sociales y la izquierda son sectores corporativistas que representan intereses particulares y no el interés nacional. Los académicos Rafael Quintero (subsecretario de relaciones exteriores) y Erika Silva (ministra de cultura) anotan que el corporativismo ha debilitado los partidos políticos “constituyéndolos en apéndices de los gremios” (Quintero y Silva, 2010: 76). El corporativismo “hace prevalecer la esfera de los intereses privados por encima de los intereses públicos” (Quintero y Silva, 2010: 76). 

El Gobierno sostiene que para que el Estado represente los intereses nacionales debe ser rescatado de la injerencia de diferentes grupos corporativos como los gremios empresariales, los maestros, los empleados públicos y los liderazgos de los movimientos indígenas. Estos grupos al ser incorporados al Estado como funcionarios y como rectores de las políticas públicas para su sector viciaron y corrompieron, según dice el Gobierno, el carácter universalista de las políticas estatales con criterios particularistas. Debido a que diferentes grupos negociaron de manera particular con el Estado se dieron una serie de disparidades de privilegios en formas de salarios y bonos entre diferentes funcionarios del Estado. Además algunos grupos como los indígenas negociaron ser los administradores de políticas públicas para su sector como la educación intercultural bilingüe. Para dar fin al corporativismo se transfirió el control de la educación intercultural bilingüe del movimiento indígena al Estado y se han quitado fondos a las instituciones estatales que estaban controladas por los movimientos sociales como el consejo de la mujer y el consejo de nacionalidades y pueblos indígenas. También se ha pedido a todas las organizaciones no gubernamentales se registren y se sometan a la tutela estatal. Se ha tratado de “limitar el sindicalismo público, impedir la agremiación de los empleados [públicos] y reducir al mínimo cualquier posibilidad de contratación colectiva” (Ospina, 2009: 5). 

Los conflictos entre los movimientos sociales y el régimen también se explican por la estrategia populista de movilización desde el poder (Oxhorn, 1998). El Gobierno busca cooptar y dividir a los movimientos sociales que son descalificados como corporativistas y por lo tanto inauténticos. Por ejemplo, el Gobierno ha utilizado a organizaciones indígenas más pequeñas como la Federación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, ligada al Partido Socialista, y a la vieja organización del Partido Comunista la Federación Ecuatoriana de Indios para fragmentar a la organización más grande que es la CONAIE. Doris Soliz (2010), cuando fue ministra coordinadora de la política, explicó que el Gobierno busca la renovación de liderazgos de las élites indígenas por sectores más abiertos al diálogo. 

Las políticas públicas del Gobierno como son los Bonos de la Dignidad que otorga US$50 al mes a las familias más pobres, los bonos de vivienda, los programas como Socio Páramo y Socio Bosque además promueven la imagen del presidente Correa como quien directamente distribuye recursos a los más necesitados. Por ejemplo, comuneros de Pachagsí en la provincia de Chimborazo manifestaron “agradezco a Dios y al presidente Correa”; “gracias al bono puedo comprar comida, pagar la electricidad y comprar algo para mis hijos”; “el Gobierno nos cuida debemos corresponderle” (Tuaza, 2010: s. p.). Estas políticas que son bien recibidas por la gente común y corriente de paso debilitan a la CONAIE. 

Cuando se debatió la ley de servicio público varios movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil estaban buscando una coyuntura para expresar 

su descontento en las calles. El proceso de discusión de esta ley fue percibido por los afectados como poco democrático y se argumentó que las razones técnicas de racionalización de salarios y eliminación de prebendas no fueron suficientemente explicadas. Es por esto que la tropa de la policía y algunos militares de la fuerza aérea decidieron salir a las calles a protestar el 30 de septiembre de 2010. 

Los policías emplearon el repertorio de protesta que utilizan quienes ellos normalmente reprimen. Quemaron llantas, hicieron barricadas y lanzaron consignas en contra del Gobierno. La acción policial fue apoyada en varias ciudades por estudiantes y profesores agrupados en el Movimiento Popular Democrático. La gobernación de la ciudad de Latacunga en la sierra central fue tomada por miembros de ese partido. El Partido Sociedad Patriótica de Lucio Gutiérrez aprovechó la rebelión para exigir la destitución de Correa (Quintero y Silva, 2010; de la Torre, 2011). 

Desconociendo los canales institucionales y sintiéndose como el llamado a resolver cualquier tipo de conflicto, el presidente decidió ir en persona al cuartel de policía para explicar los beneficios de la nueva ley a la tropa. Acostumbrado a la aclamación plebiscitaria confió en que su carisma los calmaría pero el cálculo le salió mal. Los ánimos estaban caldeados y cuando trató de ingresar se peleó a gritos con los familiares de los policías que protestaban en contra de que se eliminen los bonos navideños (audiovisuales del Canal Uno). Desde un balcón del edificio de la policía intentó dar un discurso con argumentos técnicos sobre las virtudes de la ley pero fue abucheado. Perdió la paciencia y abriéndose la camisa para demostrar que no llevaba chaleco antibalas les retó, “si quieren matar al presidente, aquí está. Mátenlo si tienen valor”. Su cuestionamiento a la masculinidad de la policía los indignó aún más y cuando el presidente salió fue atacado. Le lanzaron gases, le quitaron la máscara antigas y le golpearon en la rodilla de la que había sido recientemente operado. Fue llevado al hospital de la policía que queda en el mismo complejo. Pese que el presidente siguió gobernando desde el hospital, Correa y el Gobierno sostienen que estuvo secuestrado. 

Opositores del presidente salieron a apoyar a la policía, las calles estaban sin resguardo policial y hubo saqueos en Guayaquil en que la gente gritaba “el pueblo tiene hambre” (Canal Uno). Por la tarde manifestantes encabezados por el Ministro de Relaciones Exteriores Ricardo Patiño trataron de llegar al hospital y rescatar al presidente pero fueron reprimidos. A la noche se hizo un operativo conjunto entre militares y las fuerzas élites de la policía que rescató al presidente del hospital de la policía. 

Los policías explicaron su protesta como la defensa de su derecho laboral a bonos navideños, a promociones automáticas por años de servicio y a medallas que van junto a incrementos salariales (de la Torre, 2011: 27-28). Mientras que los policías vieron estos beneficios como reconocimiento por un trabajo bien hecho, para el Gobierno eran legados de la irracionalidad de un Estado privatizado por intereses corporativos. La falta de diálogo del Gobierno con los sectores calificados como corporativistas y la imposición del criterio de los expertos que tienen la receta para racionalizar la administración del Estado terminaron de manera trágica. El Gobierno argumentó que se trató de un intento de golpe de estado en que la derecha y sectores del imperialismo se aliaron a la ultra izquierda y a los liderazgos del movimiento indígena (Ministerio de Coordinación de la Política, 2010; Ministerio del Poder Popular, 2010). 

En su discurso desde el Palacio Presidencial luego de ser liberado y que fue retransmitido por radio y televisión Correa (2010: 63-64) se refirió a los insurrectos como “esa horda de salvajes, que querían matarme, que querían sangre”. Narró los episodios de tortura a los que fue sometido y concluyó diciendo, “pese a toda la presión a la que nos sometieron el día de hoy, estar prácticamente todo un día secuestrado, con veintidós puntos en mi rodilla derecha, tremendamente hinchada, bombardeados por gases lacrimógenos, cercados, jamás claudicamos un mínimo, y salimos como entramos, con la frente muy digna y con el orgullo de ser el presidente de una inmensa y maravillosa república, que es la República del Ecuador. ¡Que viva la patria y hasta la victoria siempre!” (Correa, 2010: 68-69). 

Weber (1977: 850) anotó que la “autoridad carismática es por su misma naturaleza, específicamente inestable. El portador puede perder el carisma, sentirse ‘abandonado de su Dios’, como Jesús en la cruz, mostrarse a sus adeptos como ‘privado de su fuerza’. Su misión queda entonces extinguida”. Acostumbrado a ser aclamado, cuando le fallaron los argumentos técnicos y fue abucheado, Correa perdió su carisma. Las imágenes de la agresión de los policías a Correa, cuando caminaba con muletas, evocaron al Cristo sufriente. Luego del rescate espectacular del presidente del hospital policial y de su discurso en la Plaza de la Independencia su liderazgo adquirió proporciones verdaderamente carismáticas. El líder valiente y altruista que lucha por el bien común fue injustamente atacado por una horda de policías manipulados por las fuerzas siniestras de la ultraderecha y de la ultraizquierda. En lugar de leerse este episodio como causado por el mal juicio del presidente se lo calificó como un intento de la reacción de frenar la revolución. La popularidad de Correa subió al 75 por ciento (Ministerio de Coordinación de la Política, 2010: 17).  

 

 

Conclusiones

 

Siguiendo las sugerencias de Weber de que di-ferentes tipos de dominación se pueden combinar en experiencias históricas concretas, se estudia-ron las afinidades electivas entre tecnocracia y carisma en el gobierno de Rafael Correa. Combi-nando apelativos tecnocráticos con la personali-zación carismática y maniquea de la política Co-rrea innovó el discurso populista. En su Gobierno expertos posneoliberales están en la cúspide del aparato estatal. Comparten la visión del presi-dente de que el país está embarcado en un proce-so de cambio de proporciones históricas y están comprometidos en la construcción de una socie-dad utópica cuyo objetivo es el sumak kawsay en-tendido como la armonía entre la colectividad y la naturaleza. Cuando se implementan estos pro-yectos refundacionales, al igual que en Venezuela y Bolivia, se privilegian estrategias de desarrollo basadas en el retorno de la sustitución de im-portaciones y en el extractivismo de los recursos naturales (Corrales, 2010; Laserna, 2010).

Los expertos posneoliberales ecuatorianos des-confían de los modelos econométricos que buscan el equilibrio, son interdisciplinarios y eclécticos. Al igual que otros tecnócratas se consideran los re-presentantes de los intereses de la sociedad y no de grupos particulares. Se sienten los llamados a re-dimir y refundar la nación para llegar a una socie-dad hipermoderna y a la utopía del buen vivir. Esta fe en su misión la comparten con Rafael Correa que es a la vez un líder carismático y un experto. Al sentirse como la encarnación de los intereses de la nación y como quienes conocen la ruta a la liberación los expertos y el líder carismático no buscan el diálogo con los diferentes sectores cor-porativistas de la sociedad. El gobierno de Correa ha sido cuestionado por los sectores organizados de la sociedad civil y el Gobierno ha usado la lógi-ca populista de la movilización desde arriba para debilitar a los movimientos sociales fortaleciendo organizaciones paralelas.

El liderazgo carismático de Correa contribuyó a destrozar las instituciones políticas que estaban en crisis, impulsando la creación de un nuevo orden. La Constitución de 2008 amplió los derechos de los ciudadanos, profundizó los derechos colectivos de los indígenas y afrodescendientes y dio derechos a la naturaleza. De esta forma se evidencia que el carisma al igual que el populismo a la vez que sub-vierten el viejo orden construyen un orden alternativo (Laclau, 2005: 177; Panizza, 2008; Weber, 1968). Las tensiones entre tecnocracia y carisma se evi-denciaron en la revuelta policial cuando en un mo-mento de crisis el presidente abandonó los criterios racionales y trató de probar su carisma ante los insu-rrectos. Fue abandonado por su don en el cuartel de la policía pero luego de los suplicios de los policías que le rociaron gas y le golpearon y de su rescate fue aclamado como la encarnación de la democracia. El carisma no es solo inestable, también atenta contra de la lógica de los expertos de crear instituciones y pla-nes de largo alcance. El líder carismático no se siente atado a reglas o instituciones y personaliza al Estado. Cuando estalló una crisis Correa se sintió llamado a personalmente resolverla pues él encarna a la nación y al Estado.

El término tecnopopulismo puede ser útil para resaltar las especificidades del liderazgo de Correa con otras experiencias neopopulistas. Hugo Chávez utiliza un discurso maniqueo y polarizador que le ha permitido ganar quince elecciones plebiscita-rias en diez años de Gobierno (López Maya y Pan-zarelli, 2011: 48). Si bien usa de manera parecida a los medios de comunicación en sus cadenas na-cionales y los Aló Presidente se utilizan para ligar sin mediaciones a Chávez -que se presenta como el profesor de la nación- con su pueblo (Marcano y Barrera, 2004), su Gobierno no puede ser caracte-rizado como tecnocrático. Las áreas más importan-tes de la administración pública no están en manos de expertos sino de políticos. Además, estudios de políticas públicas en Venezuela demuestran inefi-ciencia y la ausencia de criterios técnicos (Corra-les, 2010; López Maya y Panzarelli, 2011).

En el gobierno de Evo Morales conviven secto-res indianistas, populistas y tecnocráticos articu-lados por su liderazgo (Laserna, 2010). Al igual que los técnicos de la Senplades, el vicepresidente Ál-varo García Linera y sus expertos están a cargo de “los espacios de gestión y diseño de políticas pú-blicas” (Laserna, 2010: 41). Su objetivo es la tran-sición al socialismo entendido como “un estatismo nacionalista en la economía” (Laserna, 2010: 39). García Linera, además considera que el Gobierno en el que sirve está construyendo un Estado “en el sentido weberiano y hegeliano del término, como representación de la voluntad y los intereses gene-rales de la sociedad” (Stefanoni, Ramírez y Svam-pa, 2009: 74). Sin embargo el gobierno de Morales, con excepciones, carece de cuadros técnicos (Ste-fanoni y Alto, 2006). La fuerza de los movimientos sociales para revertir medidas como el incremento del precio de la gasolina limitan el impacto de los técnicos en el diseño de políticas públicas. Académicos, además, señalan que la autonomía de los movimientos sociales y la movilización desde abajo hacia arriba cuestionan el carácter populista de su Gobierno (Roberts, 2008).

La bibliografía sobre neopopulismo exploró las afinidades electivas entre líderes carismáticos y expertos. Los tecnócratas neoliberales coincidieron con los neopopulistas en sentirse los representantes del interés nacional y general (Weyland, 2001, 2003). Los neoliberales dieron prioridad al mercado sobre los intereses particulares, los neopopulistas entendieron su liderazgo político como la expresión de la voluntad popular que debía reinar suprema sin partidos ni los impedimentos de las cortes y los parlamentos (Weyland, 2006: 139). Los neoliberales compartieron el antagonismo hacia la clase política por haber interferido en el mercado defendiendo los intereses de los beneficiarios de las fallidas políticas de sustitución de importaciones y por haberse apropiado de la voluntad popular para servir sus intereses particulares. Compartieron la necesidad de concentrar el poder en el Ejecutivo para hacer reformas profundas. Sin embargo la luna de miel entre expertos neoliberales y líderes populistas terminó luego de derrotar a la hiperinflación. Una vez que se tuvieron que aplicar políticas para generar empleo y crecimiento los neopopulistas se sintieron atados por las recomendaciones tecnocráticas de los neoliberales y cambiaron sus equipos económicos (Weyland, 2003: 1100).

Al igual que los populismos neoliberales el gobierno de Correa probablemente tendrá dificultades para ser viable en el mediano plazo. La visión antipartidos políticos y el no sentirse atado por las instituciones dificultarán que Correa rutinice su carisma. Sin instituciones partidistas estará sometido a la volatilidad de la voluntad popular sin que medien lealtades a partidos o instituciones. La necesidad de constantemente probar el carisma, que casi le cuesta la vida en el cuartel de la policía, pueden ocasionarle los problemas asociados a las paradojas del éxito (Weyland, 2006). Una vez exitosamente destrozado el viejo orden institucional Correa tendrá que seguir obteniendo triunfos y dar soluciones concretas a problemas más difíciles de resolver como son el desempleo, la inequidad, la inseguridad ciudadana y hacer realidad la noción de que está llevando a cabo una revolución ciudadana para mejorar la calidad y los rendimientos de la democracia. Las paradojas del éxito y la búsqueda de soluciones rápidas y eficientes a problemas complejos que llevaron al divorcio de los neopopulistas con los tecnócratas probablemente llevarán a conflictos entre criterios tecnocráticos y populistas en el gobierno de Correa. Además, al sentirse forjadores de la voluntad hegeliana de toda la sociedad los expertos posneoliberales y su líder seguirán tratando de imponer criterios que provocarán conflictos con asociaciones de la sociedad civil descalificadas como corporativistas. Probablemente subirá la conflictividad y el líder probará su carisma. Cuando las condiciones económicas y sociales sean adversas, el riesgo es que termine como Jesús abandonado en la cruz, o en su defecto puede ser que el redentor resucite en cada nueva elección. 

 

 

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Zúquete, J. P. (2008) The Missionary Politics of Hugo Chávez. Latin American Politics and Society 50 (1), 91-122.

 

Notas

1 Agradezco a la John Simon Guggenheim Memorial Foundation por su apoyo. Este trabajo fue presentado en Grinnell College y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Ecuador. Benjamín Arditi, Felipe Burbano, Carmen Martínez Novo, Enrique Peruzzotti, Francisco Panizza, Soledad Stoessel, Kurt Weyland, Loris Zanatta, Pedro Zúquete y lectores anónimos de LARR me dieron sugerencias para clarificar y mejorar mis argumentos.

Artículo publicado en Latin American Research Review, Vol. 48, No. 1. © 2013 by the Latin American Studies Association.

2 Ejemplos de políticos que anteriormente trabajaron en varios partidos y que hicieron campaña por Correa son Nicolás Iza en la provincia de Guayas y Trajano Andrade en la provincia de Manabí.

3 El Gobierno controla el medio impreso estatal El Telégrafo y el medio digital El Ciudadano. Las empresas de televisión directa TC Televisión y Gama Visión y el canal de televisión por cable Cablevisión que fueron expropiados a los banqueros Isaías. Además se conformó el canal público Tevecuador y el Estado controla cuatro estaciones de radio. Los enlaces ciudadanos son retransmitidos por alrededor de cuatrocientas estaciones de radio y por dos canales de televisión. 

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